Un tio llega con el pie enyesado al campo de entrenamiento:
¿Qué te pasó, mano?
Es que estaba jugando fútbol y me cambiaron la pelota por una de fierro.
Hermano, ¿cómo te ha de haber dolido?
Hombre, el pie es lo de menos, hubieras visto cómo quedó el que remató de cabeza.